miércoles, 31 de mayo de 2017

VIVE. RECUERDA QUE VAS A MORIR

Nadie quiere hablar de la muerte. Cuando confesamos la pérdida de alguien cercano recibimos condolencias silenciosas: un abrazo, una sonrisa compasiva. Nadie va más allá de la primera pregunta. Nadie quiere ponerle palabras al dolor que provoca la muerte. Indagar es percibido como una violación del duelo, como una falta de delicadeza. Conversar sobre los propios muertos, a menudo, como algo propio de insensibles. 

Nuestra cultura nos hace vivir de espaldas a la muerte. Hasta tal punto que mucha gente confunde la valentía de ayudar a morir en paz con el asesinato. Quizá sea porque vivimos sin ser casi nunca conscientes de que estamos viviendo. La percepción de nuestra existencia es una de las cosas que nos hace humanos y, sin embargo, muy rara vez nos damos cuenta de que podría terminar en cualquier momento. Afrontar la mortalidad es desconcertante y perturbador. Y la mejor forma de hacerlo es a través de las palabras. 

Paul Kalanithi era un neurocirujano prestigioso de 36 años cuando le diagnosticaron un cáncer de pulmón en fase terminal. En los dos años que pasaron entre el diagnóstico y su muerte, desesperó, volvió a confiar, dejó su trabajo, lo retomó, tuvo una hija y escribió este libro. Un libro sobre un médico que se convierte en paciente. Sobre el valor que adquiere la vida (la tuya, la de tus seres queridos) cuando sabes que la vas a perder. 

Cuando no sabes cuántos meses te quedan de vida, los planes se vuelven inciertos, tramposos. Como dice el propio Kalanithi, pensar en el futuro y sus posibilidades es como hacer presupuestos cuando te han robado la tarjeta de crédito. Todo, de repente, se vuelve inmediato. El hilo de vida mengua día a día y no te deja espacio para calcular, para calibrar el tono que quieres usar para contar tu historia, para elegir la máscara tras la que podrás esconder tu angustia o tu esperanza. Te despoja del cálculo. Y también, del pudor. El pudor, desprovisto de futuro, pierde su sentido. ¿Qué importará tu desnudez cuando ya no estés ahí para sonrojarte? 

Contar la perspectiva de la muerte. Ponerle palabras al dolor y al miedo. Escribir: "una enfermedad como esta no te cambia la vida. Te la destruye". Volverse consciente de que no hay belleza ni trascendencia ni epifanías en el dolor. El dolor es humillante, frustrante, enloquecedor. El dolor no te salva de nada, no te eleva, no te acerca al cálido regazo de ninguna divinidad, no te hace amar más intensamente. El dolor, simplemente, convierte tu vida en un paisaje irreconocible. Y a ti, en un extraño rodeados de monstruos. 

Este libro está marcado por la urgencia de una carrera contra el tiempo. Paul Kalanithi lo escribió sin apartar la mirada de la muerte. Para indagar en ella y ponerle palabras. Para afrontarla, nombrarla, combatirla y aceptarla. Para ir más allá del miedo, más allá de las preguntas que nadie se atreve a formular y darle un sentido a su vida hasta su último instante. 


Paul Kalanithi y su hija, Cady




1 comentario:

  1. Es una gran realidad lo que comenta Óscar y necesario el testimonio de Paul Kalanithi. Me considero en cierto modo privilegiada porque desde hace 40 años tengo completamente asumida mi muerte y no me crea ninguna inquietud su llegada, solo deseo que cuando llegue poder evitar el inútil dolor físico. Sé como me gustaría que me enterraran, en una cápsula orgánica que fructifique un árbol, una bella forma de reciclarse. Como siempre las reseñas de Óscar tienen carga de profundidad.

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