jueves, 9 de febrero de 2017

Nueva York en la literatura (I): NEW YORK, NEW YORK... e HISTORIAS DE NUEVA YORK

A veces, me gusta llegar a los sitios que voy a visitar con semanas, incluso meses de antelación. Busco un poco, me hago con una bibliografía básica, me siento en mi sofá y ya estoy ahí, caminando por Riverside Park, escuchando el bullicio de la primavera en ese oasis de calma al borde de esta ciudad hiperactiva. Bajando por la Quinta Avenida con la nuca encajada en los omóplatos y los ojos embobados ante la altura incomprensible de esas torres de cristal y acero. Cruzando a pie con P. el puente de Brooklyn y cogiendo un autobús después para volver a Manhattan y de paso comprobar la proverbial amabilidad de los conductores de autobús, con su pachorra gaditana y su civismo atentísimo. Ya estoy ahí, desde mi salón, en la ciudad de los desfiles, que allí llaman "parades" y que, a diferencia de los nuestros, casi siempre militares, religiosos o reivindicativos, allí son celebraciones y jolgorio por todo lo alto. 

Como nunca he estado en Nueva York, empiezo con estos dos libros ligeros, quizá los más cercanos y amables, por su carácter y punto de vista, de los que he reunido para iniciar el viaje. New York, New York, aunque se ha publicado hace pocos meses, fue escrito en el otoño de 2011. Se parece a una guía de viaje sentimental, con multitud de citas de escritores. Javier Reverte, en los tres meses que duró su estancia, vivió la ciudad a través de los relatos de otros, de sus propios mitos literarios, cinéfilos y musicales y de las anécdotas que salían de sus interminables caminatas. La mayoría de los capítulos empiezan con un parte meteorológico y es que el clima de Nueva York es totalmente impredecible. Cambia violentamente, no ya de un día para otro, sino de la mañana a la tarde. Es quizá un reflejo de sus habitantes: como ellos, es una mezcla de todos los lugares del mundo y, claro, no todo el mundo está preparado para una tarde de invierno en los Alpes después de una mañana soleada en Jamaica. 

Historias de Nueva York, de Enric González, me parece un libro más original. Más meditado, quizá, con más ideas. Su ciudad, en la que pasó varios años, vive de espaldas al país que pertenece, un Estados Unidos "absorto en sus centros comerciales, sus biblias, sus revólveres y sus fantasmagóricos enemigos exteriores", con el que mantiene desde siempre una relación de indiferencia, de recelo, o de abierta animadversación. Nueva York, a diferencia de las otras colonias del siglo XVII, nació del comercio y nunca fue puritana. "Creyó más en los piratas que en los predicadores" y ya desde sus inicios se caracterizó por una población de librepensadores, charlatanes, inadaptados y gente rara que le ha dado un carácter abierto y heterodoxo que es difícil de encontrar en otras ciudades norteamericanas. 

Ambos son libros de curiosidades, como guías de viaje personales con múltiples recomendaciones, citas, anécdotas e historias curiosas sobre todo tipo de cosas. Con ambos he disfrutado de una ciudad rocambolesca, con una oferta gastronómica fabulosa (quien crea que sólo hay hamburguesas y perritos va muy desencaminado), que hace años que dejó de ser violenta y peligrosa y en la que, hoy en día, "los mayores dramas han pasado a ser la obesidad y la melancolía". Multicultural, torrencial, frenética, sincera hasta la brutalidad, festiva, que solamente aplaca su voraz hiperactividad cuando cae una buena nevada y se convierte, por unas horas, en una ciudad callada y tranquila, dulce y delicada, extraña hasta para sí misma. 

Enric González es más contenido y cuenta menos sobre sí mismo que Javier Reverte. Pero lo que cuenta a menudo es más agudo y profundo y le sirve para indagar en lo que significan las ciudades en nuestra vida y cómo se convierten en imanes cuya atracción a veces terminamos temiendo. Las ciudades son la gente que las habita. Sin los amigos, sin las emociones, sin el calor de la gente querida, es difícil regresar a ellas. Son como cuerpos inertes, que conservan la belleza pero no la chispa. Como las galletas de la infancia, que parece que saben igual hasta que nos damos cuenta de que nuestro paladar ha cambiado y la infancia se ha convertido en un lugar inaccesible hasta para una breve visita. 

Para Enric González, Nueva York se ha convertido en una amante fatal a la que procura no volver. 
Para mí, Nueva York es todavía una amante por descubrir, un mundo fascinante y virgen para recorrer, de momento, y mientras llega la fecha de nuestro viaje de verdad, a través de los libros y del amor de otros que no pudieron resistirse a la atracción de esta ciudad incomparable. 





3 comentarios:

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  2. El de Reverte lo tengo esperando en la mesilla. Otro libro magnífico sobre Nueva York es Ventanas de Manhattan de Muñoz Molina. En mi blog encontraréis citas http://convistasalhorizonte.blogspot.com.es/2013/09/ventanas-de-manhattan-antonio-munoz.html

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  3. Gracias por la recomendación, Esther, lo incorporamos a nuestra sección de Nueva York.

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