lunes, 7 de mayo de 2018

HOMBRES

Angelika Schrobsdorff, autora también de Tú no eres como otras madres, escribió esta novela sobre la educación sentimental de Eveline Clausen, álter ego suyo, como continuación a aquel primer retrato de su madre que venía a cubrir los huecos que siempre van a existir en la historia del exterminio judío provocado por los nazis. Hemos leído multitud de testimonios (Primo Levi, Jorge Semprún, Ana Frank, Irène Némirovski...) pero siempre nos van a faltar otros puntos de vista. El que aquí nos ofrece esta novela parte principalmente de la postguerra, a partir de 1945.

Angelika era una adolescente judía cuando se vio obligada a exiliarse con su madre a Bulgaria. Las dos pasaron miedo, persecución y hambre, y a pesar de que su padre, berlinés ario y burgués, intentó siempre por todos los medios protegerlas enviándoles dinero y joyas, su subsistencia estuvo a menudo en peligro. Fue un padre y un marido bondadoso, culto y generoso, que al final también sufrió las consecuencias del nazismo. Lo que más le dolió fue la pérdida de su biblioteca y su corazón no pudo soportar tantos sufrimientos. Se hizo cargo de su ex mujer enferma de esclerosis, la madre de Angelika, a pesar de que hacía años que estaban separados y que él se había vuelto a casar. Ambos cuidaron de Else hasta su muerte.

Esta historia es un perfecto estudio de muchos de los hombres que pasaron por la vida de Eveline Clausen. Para ella no eran más que formas de evadirse de su dramática realidad, del inabarcable dolor que suponía ver a su hermanastra en un campo de concentración y a su madre enferma. Es una lectura que no he podido interrumpir, casi seiscientas páginas que en tres días me absorbieron totalmente, porque sabía que no era una novela más sino una historia real y valiente. 

El exilio en Bulgaria describe de forma magistral el ambiente de la capital, Sofía, bombardeada tanto por soviéticos como por norteamericanos, y el carácter del pueblo que las acogió, cuya infinita generosidad siempre recordó como la mejor experiencia que vivió en el despertar de la adolescencia y los primeros amores. Allí, a partir de los dieciséis años, empezó a encadenar pretendientes, y fueron innumerables los hombres que pasaron por su vida cubriéndola de amor y regalos. Ella no estaba mucho tiempo con ninguno. Gracias a su atractivo físico, se convierte en una muchacha ligera que se niega a aceptar que en su vida pueda haber sufrimiento. Criada en un entorno privilegiado, con una madre judía culta, bella y bondadosa, y con un padre ario generoso que se ocupó siempre que pudo de ella, fue desposeída de su dignidad por la represión nazi y decidió que su vida, a riesgo de volverse superficial y egoísta, no iba a seguir el mismo camino. 

Angelika Schrobsdorff


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