lunes, 26 de diciembre de 2016

YO SÉ POR QUÉ CANTA EL PÁJARO ENJAULADO

Descubrir una autora nueva para mí es uno de los placeres que más agradezco, es como conocer a un personaje en carne y hueso que tiene muchas cosas interesantes para contarme. Y es justamente lo que me acaba de suceder con Maya Angelou, pseudónimo de Marguerite Annie Johnson, norteamericana negra descendiente de esclavos, activista a favor de los derechos civiles, que trabajó al lado de Martin Luther King y Malcolm X. Fue cocinera, camarera, cantante, bailarina, actriz, directora de revistas y escritora. Fue condecorada por Barack Obama. Murió en 2014.

Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado es el primer tomo de los siete que componen su serie autobiográfica y se ha convertido en un clásico de la literatura norteamericana. Es el relato de sus primeros diecisiete años, durante los que se educó con su abuela paterna y luego con su madre, un personaje original donde los haya, interesante, lleno de contradicciones. Entre esas dos mujeres, el padre fue, como tantas veces, el ausente. Ellas dieron a Marguerite amor, educación y seguridad para afrontar la difícil vida que la gran mayoría de personas negras tenía por delante en un país tan racista como Estados Unidos. A pesar de haber sido violada a los 8 años por la pareja de su madre y haber sufrido el trauma de no poder hablar durante los próximos cinco años, consiguió superar las dificultades. Se consideró culpable de que el violador fuera condenado por haber hablado ella, le condenaron a un solo día de prisión, pero parece ser que los hermanos de su madre lo mataron a los pocos días, en vista de la justicia que se había hecho.

De la cantidad de cosas interesantes que me han llamado la atención en este libro destaca la descripción de cómo las adolescentes de aquella época (y mucho me temo que todavía algunas de ahora mismo, incluso terminado el Bachillerato) ignoraban cosas tan fundamentales como el desarrollo físico de su propio cuerpo, el riesgo del embarazo no buscado o la diferencia entre ser lesbiana o ser hermafrodita, lo que a Margueritte le produjo verdadera alarma. Con 16 años se quedó embarazada y tuvo a su hijo con una ignorancia e inocencia asombrosas.

Esta es una historia apasionante, en la que se denuncia el abuso y violación de una niña, acto diabólico que se produce a diario especialmente por familiares y personas cercanas a los niños y que debería ser perseguido todos los días sin descanso. En los últimos tiempos, por fortuna, ha habido gente valiente que se ha atrevido a denunciar lo que han sufrido, bien en primera persona como el pianista James Rhodes, cuyas secuelas han sido terribles (leed sin falta Instrumental) o en un relato de ficción maravilloso como Tan poca vida, de Hanya Yanagihara, un desgarrador grito por la experiencia de la violación y el maltrato que los curas ejercen sobre un niño y cómo la amistad y el amor luchan por superar en toda una vida el desgarro de ese trauma.

Se han vendido más de un millón de ejemplares de este libro, que se ha convertido en un clásico moderno y que nutrirá la historia del siglo XX en Estados Unidos.


Maya Angelou



miércoles, 21 de diciembre de 2016

NUESTROS DIEZ CÓMICS FAVORITOS

La literatura nos puede llegar a través de múltiples formatos, y algunos de ellos tienen la virtud de dar libertad a los creadores para crear obras de arte de una fuerza expresiva y con unos matices muy difíciles de alcanzar por otros medios. Uno de ellos es el cómic, y para demostrarlo, hemos hecho una selección de los que más nos han gustado en 2016. Como podréis ver, priman las denuncias sociales, la diversidad cultural y las historias potentes e íntimas que nos afectan a todos en el día a día.
¡Cosecha Benedetti!



1. La casa, de Paco Roca (Astiberri, 16€). 
En el que quizá sea su libro más íntimo, Paco Roca nos cuenta una historia sobre la relación de un padre con su casa, sobre cómo nuestro hogar se convierte en un reflejo de nosotros, y nosotros, a su vez, en un reflejo de nuestro hogar. Es un libro sobre la pérdida, sobre el valor que tienen las cosas de un padre muerto para los hijos que le sobreviven: si tiran sus pertenencias y venden su casa, ¿se estarán también deshaciendo de sus recuerdos? 
Un libro sencillo y emocionante, otro libro magistral del gran Paco Roca. 


2. 155. Simón Radowitzky, de Agustín Comotto (Nórdica, 28€).
La historia del anarquista ruso Simón Radowitzky es prodigiosa. Con apenas catorce años participó en la revolución fallida de 1905 contra el zar y tuvo que huir a Argentina. Allí se unió a los grupos anarquistas y asesinó al sanguinario jefe de policía de Buenos Aires como venganza por sus matanzas indiscriminadas de obreros. Durante los 21 años que estuvo preso en Argentina se convirtió en el símbolo de las protestas obreras anarquistas en todo el mundo. Fue liberado de milagro, luchó en el Ejército Republicano en la guerra civil española y terminó sus días en México fabricando juguetes. 
Su historia es prodigiosa. Y Comotto ha escrito y dibujado un cómic profundo, intenso y desgarrador: a la altura de su personaje. 


3. Glenn Gould, de Sandrine Revel (Astiberri, 20€).
Glenn Gould fue uno de los pianistas más famosos y controvertidos del siglo XX. Aquejado de múltiples manías y fobias, se retiró con poco más de treinta años de las salas de conciertos porque sentía que el público era el demonio. Siempre llevaba guantes y abrigo, hiciera el tiempo que hiciera, y grabó dos versiones de las Variaciones Goldberg que se han convertido en un clásico de la discografía por su excentricidad y su técnica asombrosa. 
Sandrine Revel nos cuenta las particularidades de este genio con una ilustración elegante y sobria y un inteligente uso de los flashbacks en el que se aprecian perfectamente las distintas etapas de la vida del gran Gould. 


4. Cuadernos japoneses, de Igort (Salamandra, 25€).
Japón engancha. Por la gente, las costumbres, la comida. Por miles de cosas. Y también por el arte. Para Igort, Japón encarnaba un ideal artístico. Y terminó por ceder a esa atracción y marcharse a vivir a Tokio una larga temporada a principios de los años noventa. Con colores neutros, tonos pastel, suaves, sin brillo, Igort nos cuenta sus años japoneses, cómo se sumergió en el Japón clásico de Tanizaki y Mishima, en aquellas costumbres ancestrales de la sombra y la ambigüedad, de los monjes zen, la introspección y los barrios adormecidos en una burbuja atemporal. Pero también se introdujo en la industria del manga y experimentó en sus carnes las exigencias de un ritmo de trabajo agotador: 160 páginas cada dos semanas, con breves pausas para pasear, comer y dormir, un ritmo que produjo unas historietas infantiles que triunfaron por todo el país y lo convirtieron en un autor de manga famoso.


5. El pájaro azul, de Takashi Mirakami (Ponent Mon, 20€). 
¿Cómo afrontar la desesperación ante la muerte de los seres queridos? ¿Cómo convivir con una pareja que ya no puede seguir valiéndose por sí misma? En torno a estas preguntas, el autor ha creado una historia preciosa y sobrecogedora. Una historia de lealtad y amor, de fortaleza frente a la enfermedad, de valentía para tratar por todos los medios de no dejar que las heridas nos separen de nuestros seres queridos, de nosotros mismos y del mundo. El pájaro azul es un libro raro sobre el duelo y sobre el amor más allá de la enfermedad. Raro por la sutileza de las emociones y por la aparente ingenuidad de la ilustración que, a la vez que amortigua el impacto de la tristeza de la historia, acentúa la cercanía con los personajes, borrando de un plumazo las diferencias culturales entre el dibujante japonés y un lector occidental. 


6. Una entre muchas, de Una (Astiberri, 19€).
La autora del libro es sólo una, una entre muchas. Una chica de Yorkshire nacida a finales de los sesenta que empieza muy pronto a acumular secretos. Se siente culpable, y su culpa la enmudece. Se ve guapa con un vestido tomado prestado de su hermana mayor, un vestido blanco con la espalda desnuda que no esconde los diez años que tiene. Pero él (un ser invisible, una sombra) finge creer que la ve mayor, que el vestido la convierte en algo que puede tocar, probar, coger. La lucha cotidiana de Una está en este libro: un testimonio ilustrado con imágenes delicadas, brutales y simbólicas, casi siempre en blanco y negro, que demuestran un dominio admirable de múltiples lenguajes visuales para contar una historia de denuncia de la brutalidad de la violencia de los hombres contra las mujeres. 


7. Dublinés, de Alfonso Zapico (Astiberri, 18€).
Dublinés es una biografía de Joyce en viñetas. Por sus páginas aparecen multitud de nombres ilustres: Ezra Pound, Lenin, Jung, Svevo, Hemingway, Sylvia Beach, Virginia Woolf. Y combina maravillosamente los hechos biográficos más relevantes de la vida de Joyce con los detalles cotidianos que definían su carácter. Alfonso Zapico nos enseña la literatura de Joyce desde otro punto de vista, más lúdico, más desenfadado, y hace que el Ulises pase de ser ese libro inaccesible que nadie quiere leer para convertirse en una historia musical y extravagante que necesitamos ya mismo en nuestra mesilla de noche. 


8. Aquí vivió, de Isaac Rosa y Cristina Bueno (Nube de tinta, 19,95€).
Esta es la primera novela gráfica de Isaac Rosa y Cristina Bueno, una historia necesaria que denuncia uno de los problemas más graves que ha desatado la crisis financiera: la lucha por el derecho a una vivienda digna. El dibujo es sencillo, emotivo y puede recordar a los cómics de infancia, con cierto aire a Tintín en esos trazos esquemáticos e infantiles. Sin embargo, no hay nada infantil en lo que transmiten, van directos a la emoción y a la tragedia. El uso masivo de un color azul verdoso da la sensación de ver la historia a través de un cristal de botella, como desde lejos en el tiempo, y uno acaba leyendo la novela como una narración intemporal. 



9. La araña del olvido, de Enrique Bonet (Astiberri, 19€). 
Este cómic magnífico cuenta la historia de un hombre excepcional: Agustín Penón. Hijo de españoles, con pasaporte estadounidense, llegó a España en 1955 con el objetivo de darse un paseo por Granada y tratar de saciar su curiosidad respecto a la muerte de Federico García Lorca, un poeta que adoraba. El paseo se convirtió en una estancia de casi dos años en la que perdió la salud, descubrió muchas cosas que nadie sabía y aprendió que en España imperaba el miedo. Consiguió hablar con la familia del poeta, con los Rosales, falangistas amigos que no pudieron (o quisieron) protegerle, con el carcelero que estuvo con él los últimos instantes y hasta se entrevistó con el hombre que lo detuvo y que fue el principal responsable de su asesinato: Ramón Ruiz Alonso. Reunió miles de páginas de notas, dilapidó su fortuna, corrió muchos más peligros de los que esperaba pero nunca logró hallar respuesta a las tres preguntas con las que llegó a Madrid: ¿por qué fue asesinado?, ¿quién lo mató?, ¿dónde está enterrado?


10. Los últimos días de Stefan Zweig, de Laurent Seksik y Guillaum Sorel (Norma, 20€).
Laurent Seksik y Guillaume Sorel han recreado cómo pudieron ser los últimos días del gran escritor humanista Stefan Zweig en una novela gráfica de una especial sensibilidad. Uniendo realidad y ficción, han conseguido una fascinante narración del tiempo último que vivió con su mujer Lotte antes de suicidarse en 1942, en la bella ciudad brasileña de Petrópolis. Con la muerte de este escritor se acababa una época, la del esplendor cultural europeo, la del pacifismo convencido en la idea de una Europa plural, la del optimismo por una civilización que tendía irremediablemente hacia el progreso. Una novela gráfica espléndida para los últimos días de uno de los escritores más importantes de la primera mitad del siglo XX. 




martes, 20 de diciembre de 2016

NUESTROS DIEZ FAVORITOS INFANTILES

La navidad es el reino de los niños. Y para ellos hemos seleccionado nuestros diez cuentos favoritos para estas fiestas. La mayoría son novedades de este año y hemos querido mantener un equilibrio entre la diversión, la fantasía y el compromiso, porque creemos que el juego, si va acompañado de una conciencia social, es todavía más atractivo.
¡Cosecha Benedetti!

1. ¿Hay un perro en este libro?, de Viviane Schwarz (Mil Razones, 20,50€).
Aparecen tres gatos asustados: ¿dónde está, dónde está? Vamos a escondernos, corre, que no nos vea. Debajo de la cama, dentro del piano, detrás del sofá, cualquier sitio es bueno para escapar de él. Y tú, niño lector, nos vas a ayudar, ¿verdad que sí? ¡Socorro! 
Un cuento divertidísimo lleno de solapas y sorpresas sobre tres gatos asustados sin motivo por un perro nada aterrador. 
2. Una última carta, de A. Papatheodoulou e I. Samartzi (Kalandraka, 14€).
El cartero de esta isla griega no es un cartero cualquiera. Además de repartir todas las cartas que a sus vecinos les llegan, es la voz que anuncia todas las noticias en este rincón del mundo adonde no llega la informática. Hasta que llega el último día y la última carta, dirigida especialmente para él, con una cita que nunca podrá olvidar. Premio Compostela 2016, un álbum delicado y evocador.



3. El viaje, de Francesca Sanna (Impedimenta, 16,90€).
La autora escuchó el relato de dos muchachas que habían llegado a un campo de refugiados de Italia y de sus palabras extrajo la idea para esta historia conmovedora de una familia que tiene que huir de su país en guerra. Las ilustraciones, de inspiración oriental, son excepcionales y logran un efecto sorprendente con su colorido y su expresividad. Una delicia necesaria.




4. El rebaño, de Margarita del Mazo (La Fragatina, 15€).
Miguel no puede dormir. Y como todo niño bueno, hace caso de lo que le aconsejan: se pone a contar ovejas. Tiene la suerte de contar con un equipo personal de ovejas estupendo. Nunca se equivocan, son muy disciplinadas y saltan su valla con una eficacia perfecta. Pero la oveja nº 4 es diferente. No quiere saltar, ¡es muy aburrido! No salta y no salta. Hasta que llega un irresistible cartero luciendo un irresistible bigote con una carta para la oveja nº 4. De Miguel. Y aquí es cuando se abren las sonrisas y la fantasía. Este cuento salió en 2015 pero es tan irresistible que le hemos dejado colarse en nuestra cosecha de este año. No conocemos mejor polizón para este barco. 




5. Con Tango son tres, de Richardson, Parnell y Cole (Kalandraka, 15€).
Hay cuarenta y dos pingüinos barbijo en el zoo de Central Park y unos diez millones en todos el mundo. Pero sólo hay una pingüina con dos papás. Sólo hay una Tango. El cuento más entrañable que cuenta una historia tan bonita que cuesta creerla: la de dos pingüinos machos enamorados y sus esfuerzos por formar una familia pese a los desafíos de la naturaleza. 
Con Tango son tres, sin duda. Pero nosotros, con Tango, somos más.


6. La librería perdida, de Aurora Ruá y Óscar Perales (La Fragatina, 15€).
Una niña en busca de un libro.
Un librero que le abre un puerta y le enseña otra forma de vivir.
Caminos que se abren delante de los ojos asombrados de la niña con la facilidad con la que se despliegan las páginas de un libro.
Y al final de cada camino, la sonrisa del librero que siempre tiene más y más puertas abiertas a más y más caminos que recorrer leyendo, que recorrer viviendo.




7. Akim corre, de Claude Dubois (Lóguez, 12,95€). 
Este es el más serio y el más comprometido de los cuentos de nuestra cosecha de este año. Akim es un niño asustado que cree haberlo perdido todo. Corre, huye de su casa destruida, de su ciudad desolada. Pasa de mano en mano, de campo en campo, en busca de algún ser querido que se convierta en su hogar, que lo reconstruya de la nada con una caricia o una sonrisa. Akim son los miles de niños refugiados, víctimas de la guerra y de la avaricia de los políticos. Akim, si cerramos los ojos, somos todos.



8. Azul y Bertie, de Cristina Rodríguez Fischer (Blume, 11,90€).
Bertie es una jirafa amarilla, como todas las jirafas. Duerme, come, bebe, se echa la siesta, vuelve a comer, vuelve a beber y vuelve a dormir. Siempre igual, con su manada. Hasta que un día, al despertarse de la siesta ve que ¡oh, no hay nadie! ¡Qué susto! Nunca en su vida había estado sola. ¿Qué hacer? Se pone a buscar al resto de su manada, cruza praderas desconocidas, charcas misteriosas, hasta que se encuentra con otra jirafa... azul. ¡Una jirafa azul! De pronto, conoce a una criatura igual que él, pero totalmente distinta. A partir de entonces, nada volverá a ser igual. Una mágica historia sobre la amistad, que aparece bajo las formas más insospechadas.


9. La casa de los erizos, de Ángel Alberto Domingo (A buen paso, 17€).
El señor y la señora erizo con sus nueve hijos deben mudarse. Hace tantísimo frío que hasta se congelan sus estornudos. Así que parten en busca de un hogar más cálido, recorren bosques y prados pero en ningún sitio hallan refugio. Ni la madriguera del topo, oscura y asfixiante, ni el nido de la cigüeña, inalcanzable para sus diminutas patitas. Hasta que un día tropiezan con una construcción metálica abandonada con una extraña chimenea horizontal y logran convertir una oxidada máquina de guerra en un hogar acogedor y confortable.



10. Los calzoncillos del oso blanco, de Tupera Tupera (Andana, 15,80€).
El oso blanco ha perdido sus calzoncillos, ¡qué desastre! ¿Cómo va a ir por el mundo desnudo? Así que le pide a su amigo el ratón que le ayude a encontrarlos. En cada página encontrarán unos calzoncillos, y tendrán que averiguar, con ayuda del lector, si son los que ha perdido el oso blanco. ¿Serán unos calzoncillos con dibujos de golosinas? ¿O tal vez esos otros pequeños y con muchos colores? Las combinaciones disparatadas de calzoncillos de todo tipo harán reír al niño más remolón (y al adulto más serio). Una historia divertidísima de los ilustradores japoneses más desenfadados.





lunes, 19 de diciembre de 2016

NUESTROS DIEZ FAVORITOS

Al final de cada temporada, los recolectores se ponen manos a la obra para recoger su cosecha. 
Al final de cada año, los libreros también tenemos nuestra cosecha particular: la de los libros que más hemos disfrutado, que más hemos recomendado y que más nos han enriquecido de alguna u otra manera. 
Por si se os ha escapado alguno, aquí va un resumen de nuestros favoritos en 2016. 
¡Cosecha Benedetti!


1. Patria, de Fernando Aramburu (Tusquets, 22,90€). 
Los últimos cuarenta años en el País Vasco a través de la historia de dos familias, marcadas por la huella del terrorismo. La crítica ha sido unánime: por su valentía, por su calidad literaria, por la potencia y la profundidad de sus personajes, Fernando Aramburu ha escrito la novela del año. 


2. Ante todo no hagas daño, de Henry Marsh (Salamandra, 19€). 
Con una franqueza admirable, y a veces aterradora, uno de los mejores neurocirujanos británicos, a punto de jubilarse, revisa su vida profesional en un relato testimonial fascinante sobre el cerebro, el alma y los quirófanos. 



3. ¡Así de grande!, de Edna Ferber (Nórdica, 19,50€).
Este clásico norteamericano de los años veinte se ha publicado por primera vez en español en 2015 y ha sido uno de nuestros descubrimientos más gozosos de los últimos meses. Una historia bella y delicada con un lenguaje preciosista sobre una mujer portentosa a la que nada se le resiste. 



4. Tú no eres como otras madres, de Angelika Schrobsdorff (Errata / Periférica, 24,50€).
Otra mujer de armas tomar es la protagonista de esta novela biográfica, madre de la autora, judía alemana en la primera mitad del siglo XX, que vivió lo mejor y lo peor de su época con una mentalidad ciertamente adelantada para su tiempo. 



5. La España vacía, de Sergio del Molino (Turner, 23€).
Un ensayo entretenidísimo sobre esa España rural que vemos a través de la ventanilla del coche o del tren cuando salimos de las grandes ciudades y sobre cómo ha condicionado y sigue condicionando nuestra manera de ser y de pensar. 


6. Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie (Literatura RH, 24,50€). 
Feminista, carismática, combativa. La autora de este libro es una abanderada del feminismo y de la lucha contra el racismo y las desigualdades sociales. Y su última novela, traducida en 2015, es un retrato perfecto sobre lo que significa, hoy en día, ser una mujer negra en Estados Unidos. 


7. Eres como eres, de Melania G. Mazzucco (Anagrama, 17,90€).
Una maravillosa historia de amor entre dos hombres, padres de una adolescente desorientada, cuya paternidad los convierte en seres excepcionales. Esta autora italiana, quizá la más brillante de su generación, nunca defrauda en sus novelas sociales. 


8. El amor del revés, de Luisgé Martín (Anagrama, 18,90€).
Y hablando de homosexualidad, Luisgé ha escrito el libro autobiográfico más explícito y turbador de la temporada, espejo magnífico en el que muchos homosexuales verán retratada su lucha por salir de la sombra para reclamar la libertad de amar y ser amados.


9. Sofía o el origen de todas las historias, de Rafik Schami (Salamandra, 22€).
El gran contador de historias de Siria nos vuelve a regalar una preciosa novela de amor, con el telón de fondo de las coloridas calles de Damasco de su juventud donde convivían en paz judíos, cristianos y musulmanes, una realidad que parece ya tan lejana e inalcanzable en la Siria de hoy en día. 


10. Instrumental, de James Rhodes (Blackie Books, 19,90€).
Y para terminar nuestra lista de este año, uno de los homenajes más bellos e impactantes a la música como refugio y salvación de las heridas más crueles. James Rhodes, pianista de éxito, ha conseguido encogernos el corazón y entusiasmarnos con este maravilloso himno al optimismo. 



viernes, 16 de diciembre de 2016

UNAS GOTAS DE ACEITE

Después de las últimas lecturas, que he disfrutado por su intensidad, su fuerza y su dramatismo, por ejemplo Tan poca vida o Patria, he agradecido el bálsamo que ha supuesto zambullirme en una Sicilia que, por esta vez, no está relacionada con la mafia ni tiene connotaciones dramáticas como nos tienen acostumbrados autores como Camilleri, Pirandello, Sciascia, Quasimodo e incluso la misma Simonetta Agnello Hornby, que escribió libros tan importantes y profundos como La Mennulara.

En estas Gotas de aceite vuelca sus recuerdos de la niñez en Mosé, cerca de Agrigento, en la isla siciliana. Es un relato entrañable, costumbrista, en época de posguerra, los años 50 del siglo XX, en una familia idílica de la aristocracia siciliana. El padre era barón y tenía una casa solariega en la que había olivos, pistacheros, almendros, trigo, algodón y viñas que daban trabajo a muchos obreros, algunos solo temporeros. 

En esa finca de Mosé vivían su hermana Chiara, sus padres y ella, y a menudo se reunían alrededor de veinte personas, primos, tíos y demás parientes, en un continuo ir y venir que hacía las delicias de tanta gente que disfrutaban de su mutua compañía. Recordando hábitos de abuelas y madres, la autora nos cuenta multitud de anécdotas de aquella época, como por ejemplo la manera en que los colchoneros daban forma anualmente a los colchones con sus agujas rectas y curvas, una costumbre inalterable durante siglos, el rito de la elaboración semanal del pan o el truco de meter en agua caliente el cuchillo para cortar fácilmente los helados.

A pesar de la escasez por la posguerra, allí tenían un huerto y se abastecían de todo lo que la finca proveía pero sin acceso apenas a carne, pescado u otros alimentos, que solo comían cuando estaban en la ciudad durante el invierno. Era el reino de las mujeres, que organizaban con cariño y esmero su casa para que todos pudieran sentirse cómodos y a gusto y sobre todo, cocinaban. La colaboración, el apoyo y la solidaridad eran valores que se vivían en el día a día y que quizá en alguna medida se han perdido en aras de esta individualidad competitiva y autosuficiente que ha invadido la sociedad occidental.

Este libro es un soplo de aire fresco que nos trae la memoria de lo que debería ser el placer de disfrutar la vida en compañía, con los elementos básicos, sin consumismos estériles, en unión con la naturaleza, utilizando lo que nos ofrece para hacer de la cocina un arte entrañable, lleno de matices, y compartir en una comunidad cohesionada de personas que son felices de estar juntas. 

Incluye veintiocho recetas de Chiara, la hermana de Simonetta, basadas fundamentalmente en los productos de la huerta. 


miércoles, 14 de diciembre de 2016

CON TANGO SON TRES

En Central Park hay un zoo con pingüinos. Son pingüinos barbijo y su característica principal es una fina línea de plumas negras que pasa por debajo de sus picos formando una especie de collar. Roy y Silo son dos de los cuarenta y dos pingüinos barbijo que hay en el zoo, dos pingüinos que no sienten especial atracción hacia las chicas pingüino y que sólo desean estar juntos, abrazarse y ser una pareja más. Sin embargo, cuando las demás parejas se ponen a incubar sus huevos, ellos no pueden seguir imitándolas. A pesar de que se construyen un nido como los demás, a pesar de las horas que pasan encima de una piedra en forma de huevo para tratar de hacer nacer un bebé pingüino con el calor de sus cuerpos, no consiguen ser padres. Hasta que su cuidador se da cuenta y coloca en el nido de Roy y Silo un huevo abandonado que necesita unos padres para vivir, unos padres como Roy y Silo, cuyo mayor deseo es crear una familia. Cada día le dan la vuelta al huevo para que se caliente por todos los lados. Se turnan para ir a buscar comida y para salir a nadar. No se apartan ni un momento de su lado, al igual que todas las parejas de pingüinos. Hasta que un día escuchan resquebrajarse la cáscara del huevo y ven asomarse por un agujerito el pico diminuto de una bebé pingüino, una bolita de pelo friolera con un plumaje blanco y rizado llamada Tango, pues se necesitan dos para bailarlo. 

Y allí están desde el año 2000. Roy, Silo y su hija Tango. Junto a sus amigos: Nipper, Squawk, Charlie, Wasabi y Piwi. 
Hay cuarenta y dos pingüinos barbijo en el zoo de Central Park y unos diez millones en todos el mundo. 
Pero sólo hay una Tango. 


lunes, 12 de diciembre de 2016

EL PÁJARO AZUL

He leído este cómic furtivamente, entre cliente y cliente, a lo largo de una tarde helada de otoño. Con el rumor lejano de los coches que aceleraban sobre el asfalto mojado de camino hacia algún sitio más hospitalario que la calle, iba pasando páginas de atrás hacia adelante, en el sentido japonés de lectura, inverso al nuestro, totalmente inmerso en la delicadeza de esta historia. ¿Cómo es posible transmitir la más profunda desesperanza con ilustraciones tan inocentes e infantiles, tan alejadas de la representación amarga de los abismos adultos a la que estamos acostumbrados? ¿Cómo es posible que, con tres palabras y un dibujo naíf, el autor pueda hacerme pasar sin transición de la sonrisa a las lágrimas?

En 2011, Takashi Murakami (nada que ver con el eterno candidato al Nobel, Haruki Murakami) recibió el encargo de una revista manga para escribir una historia sobre la familia. Mientras la preparaba, se produjo el devastador tsunami en la costa este de Japón, y su perspectiva sobre la historia que estaba contando cambió radicalmente. ¿Cómo afrontar la desesperación ante la muerte de los seres queridos? ¿Cómo convivir con una pareja que ya no puede seguir valiéndose por sí misma? ¿Qué mueve a las personas a agarrarse a la vida y no ceder ante la inmensidad de las adversidades? 

En torno a estas preguntas Murakami ha creado una historia preciosa y sobrecogedora. Una historia de lealtad y amor, de fortaleza frente a la enfermedad, de valentía para tratar por todos los medios de no dejar que las heridas nos separen de nuestros seres queridos, de nosotros mismos y del mundo. El pájaro azul es un libro raro sobre el duelo y sobre el amor más allá de la enfermedad. Raro por la sutileza de las emociones y por la aparente ingenuidad de la ilustración que, a la vez que amortigua el impacto de la tristeza de la historia, acentúa la cercanía con los personajes, borrando de un plumazo las diferencias culturales y cualquier distancia entre el dibujante japonés y un lector occidental. 

Un lector occidental, sentado en su taburete alto de Ikea, tras el mostrador de una librería en una tarde desierta, escuchando sin escuchar el rumor de los coches que aceleran bajo la lluvia y profundamente agradecido por el calor que emana de esta historia universal sobre la enfermedad y la muerte y el amor como redención última de todas las catástrofes. 


miércoles, 7 de diciembre de 2016

ELOGIO DEL POLITEÍSMO

Yo quiero ser politeísta. Quiero adorar a muchos dioses y tener ganas de conocer a los de otras culturas: quién sabe, a lo mejor alguna de esas extrañas divinidades egipcias o galas me viene de perlas por si paso por un mal bache. Quiero comprar estatuillas y pintarlas. Quiero salir a la calle en diciembre a celebrar la Saturnalia, ("el mejor momento del año", según Catulo), disfrutar del festejo y disfrazarme y mezclarme con quien quiera porque por unos días se acabaron las normas sociales. Quiero venerar al dios que quiera de la manera que se me antoje y que nadie se atreva a decirme cómo hacerlo ni para qué. Quiero que mi religión sea mía y de todos, y que por ser de todos, nadie pueda apropiársela.

Los dioses existen porque los veneramos. Ellos lo saben. Están ahí para nosotros. Nosotros les damos nombre, los honramos con sacrificios, contamos sus historias. Sin nosotros, no serían nada, ya que ellos imitan la vida, forman parte de nosotros, nos ayudan a ser lo que somos: ciudadanos libres de una república, de un imperio, de una civilización cuya cultura ha conquistado el mundo. Yo quiero ser politeísta para que tú también lo seas. Y para que lo sean todos. Y así pierda sentido, poco a poco, esa loca idea de insultar y de matar en nombre de un dios. 

Mientras que el arte, la filosofía, el teatro, la política y la cultura clásica en general siguen siendo hoy en día una inagotable fuente de inspiración y están presentes en nuestro día a día de las formas más variadas, la religión que formaba parte de esa cultura y, en buena medida, la definía, ha quedado reducida a una serie de mitos que se enseñan a los niños como cuentos fantásticos. De hecho, se le ha quitado hasta el nombre de religión y, para referirnos a ella, utilizamos un término de categoría inferior: mitología. La causante de esta devaluación terminológica fue sin duda la religión cristiana, que se construyó contra las religiones clásicas y las trató de paganas y bárbaras para legitimarse. Tanto éxito tuvo esta campaña de difamación que incluso hoy se sigue pensando que el politeísmo de los romanos es una religión superada. Pero, ¿cómo se supera una religión? ¿Y una cultura? ¿Acaso Homero o Virgilio están superados? Si los productos de la cultura no se miden con los parámetros del tiempo o de la evolución, la religión tampoco. 

Este libro defiende que el politeísmo no solamente no es una religión superada, sino que puede servir para cambiarnos la forma de mirar los efectos de la religión (monoteísta) en nuestra sociedad y mejorar muchos aspectos de la convivencia entre culturas distintas. Sin ir más lejos, si fuéramos politeístas no existiría el conflicto religioso: en nuestro panteón cabrían todos los dioses y se adoptarían los nuevos que fueran surgiendo de la misma manera que adoptamos palabras extranjeras a nuestra lengua a medida que incorporamos nuevas costumbres y necesidades. No habría conflicto, pues, ni ofensa posible: si tu velo es un símbolo de un dios al que ambos podemos venerar, ¿cómo podría ofenderme? Es más, si me gusta, es posible que te pregunte dónde lo has comprado para usarlo yo también. Al fin y al cabo, a los dioses hay que respetarlos, pero no hay que olvidar que son creaciones humanas, narraciones humanas: de la misma forma que el cuadro proviene de la mente del pintor y el edificio de la mente del arquitecto, las divinidades provienen de la mente de los hombres. 

Hoy en día, el cristianismo es la religión predominante en occidente. Ha llegado a un punto en que muchos piensan que es una religión más o menos tolerante con otras religiones. Todos hemos visto alguna foto de algún Papa dándole la mano a algún emir o a algún rabino. Teniendo en cuenta que hace pocos siglos los Papas fantaseaban con exterminar a todos los infieles, el apretón de manos es un progreso notable. Pero, ¿es en realidad suficiente este grado de tolerancia?

Tolerar significa aceptar, pero desde la discrepancia. Cuando un cristiano es tolerante significa que no está de acuerdo con la religión del otro, que piensa que el otro está equivocado, que no le gusta, pero que no tiene motivos para agredirle. Los romanos politeístas no sabían qué era la tolerancia religiosa. No lo sabían porque para tolerar hace falta considerar que la religión del otro es incompatible con la tuya. Y sólo los monoteístas tienen religiones incompatibles con las de los demás. Si tus dioses caben en la casa de los míos, y los míos caben en la casa de los tuyos; es más, si tus dioses dejan de ser tuyos para convertirse en nuestros, ¿qué sentido tiene que yo tolere lo que ya forma parte de mi vida? Si lo llevamos al lenguaje, la palabra inglesa whatsapp se ha convertido en wasap o guasap precisamente porque la hemos incorporado al español y ya no es extranjera ni hay que tolerarla: se ha vuelto nuestra. 

En las últimas décadas se ha producido un auge del nacionalismo. Se privilegia la pertenencia étnica, cultural, lingüística o religiosa en detrimento de la cívica. Garantizar los mismos derechos y mismas leyes para todos, independientemente del origen, credo, ideología, lengua o etnia de los ciudadanos está en la razón de ser de todo Estado democrático. Pero cuesta mucho esfuerzo conseguirlo. Si todos nosotros, en lugar de una educación cristiana (por mucho que hayamos ido a colegios e institutos laicos), hubiéramos tenido una educación politeísta, no sólo nos lo habríamos pasado mucho mejor en las fiestas religiosas (bendita Saturnalia), sino que probablemente no desconfiaríamos de las religiones de los demás, no estaríamos sometidos a dogmas morales paralizantes y castradores, seríamos más capaces de entender y asimilar otras culturas, creeríamos más en las leyes y en la libertad y menos en la pertenencia y en las fronteras y nuestra visión del mundo sería más abierta, más mutable y más permeable a la diversidad. 

Ningún romano habría quemado en la hoguera a ningún Galileo por decir que la Tierra se mueve, por la sencilla razón de que ni la ciencia, ni ningún logro humano son competencia de los dioses. Los cristianos se pasaron trece siglos matando a hombres por pensar. Y llevan unos dos siglos intentando, por las malas, volverse tolerantes. Me temo que su religión autoritaria nunca les dejará aprender que la tolerancia es una forma muy frágil de respetar al que no piensa como tú. Y que el politeísmo es una religión mucho más humana y divertida. 



lunes, 5 de diciembre de 2016

UNA ÚLTIMA CARTA

De nuevo la editorial Kalandraka nos hace un especial regalo gracias al trabajo preciosista de Antonis Papatheodoulou e Iris Samartzi que merecidamente ha ganado el IX Premio Internacional Compostela para álbumes ilustrados.

Una última carta es un homenaje a esas cosas que han quedado en la memoria, relegadas por las nuevas tecnologías y que todavía nos traen su fragancia. No hace tanto, la vida no habría tenido el mismo color, la misma ilusión y esperanza de no haber existido las cartas: esos sobres enviados desde lugares distintos, unos muy lejanos, otros menos, pero todos con las noticias tan esperadas por padres, hermanos, amigos, amantes... que en cada letra esperaban una caricia para el alma, para sentir cerca a la persona querida, tan cerca como el papel en su piel, como el tacto en sus manos.

Es el último día de trabajo en la vida del señor Costas, cartero muy querido, en una pequeña isla del Mediterráneo donde no hay teléfono ni correo electrónico y todas las noticias viajan a pie. Algunas son para abuelos mayores que no saben leer y el cartero se las lee en voz alta. Cartas indispensables que se len y releen muchas veces para sentirse cerca de aquellos que se han tenido que ausentar por tantos motivos.

Llega la última carta en el fondo de su cartera, en el último día de trabajo antes de jubilarse, después de cincuenta años de repartirlas, y el señor Costas descubre sorprendido que justamente esa es para él. Una carta que le cita al otro lado de la isla para ofrecerle el cariño y el reconocimiento de todos los vecinos.

Estas navidades el precioso cuento del señor Costas, con una exquisita presentación, dentro de un sobre atado, es sin duda un regalo perfecto para los niños.



jueves, 1 de diciembre de 2016

MÃN

La literatura asiática demuestra muy a menudo, al igual que la africana, una capacidad para describir los olores y los sabores que nunca encuentro en la literatura europea. Es como si hubiéramos perdido dos sentidos y nos conformáramos con ver, escuchar y tocar. Las descripciones de los sabores y los olores en el último libro de Kim Thúy dominan el relato e influyen en las emociones de la protagonista, hasta el punto de condicionar sus recuerdos, sus expectativas y su forma de entender la realidad que la rodea. Con este libro uno descubre que existen olores duros y blandos, tiernos u olvidadizos. Que los sabores pueden venir cargados de obsesiones e impotencia o, al contrario, llevarse consigo la preocupación de una dura jornada laboral y dejarnos ligeros y relajados para disfrutar de la noche.

La capacidad de percepción de los olores y los sabores define parte de la cultura del Sudeste Asiático, pero hay muchos más rasgos característicos descritos en este libro que me han llamado la atención. Por ejemplo, para empezar una conversación, los vietnamitas suelen hablar de la familia y de su lugar de origen. Se consideran parte de algo más que ellos mismos, un grupo que les da sentido y sin el cual se sentirían de alguna forma desnudos, desorientados. Ese grupo al que pertenecen define su identidad por su lugar de origen. Es decir, son lo que son porque pertenecen a una familia y porque vienen de un lugar. Esta vinculación a la familia y a la tierra cobra todavía más importancia cuando dos vietnamitas se saludan en el exilio. Lo primero que hacen es preguntar por los parientes del otro y por su pueblo o barrio natal, esperando conocer a los unos y al otro para establecer un contacto en los orígenes que los hermane en tierra de extraños, que les proteja del desarraigo.
Esta forma de mirarse a través de las raíces es conmovedora, pero también conlleva una pérdida de inocencia y de individualidad: ya nadie, excepto los extraños occidentales que pueblan el país de acogida, te mirará como quien eres, una mujer sola y sin historia, una página en blanco que quizá desee escribir su propia historia, desvinculada de sus raíces.

La literatura de Kim Thúy es suavidad, ternura y delicadeza. Gestos íntimos y mínimos que ocultan las heridas como un sabor dulce oculta y envuelve en su calidez otro más amargo. Sonrisas tenues que esconden historias de horror que el tiempo y el silencio ha ido puliendo hasta volverlas suaves al tacto, inofensivas y misteriosas como una habitación en penumbra. Y también, amor. Amor inesperado y fulgurante que sólo puede vivir escondido en habitaciones de hotel o en cartas con mensajes cifrados, pues exponerlo a la luz o a la palabra explícita podría convertirlo en catástrofe. 

Este libro es delicioso. Es una sopa de fideos con gambas caramelizadas que te tomas como si te bebieras tu tierra, a quince mil kilómetros de distancia, la tierra en la que has crecido y en la que un día te amaron, y cuyo sabor te arrebataron a cambio de la promesa de un trabajo, un sueldo y un porvenir. Es la historia de una joven refugiada vietnamita en Canadá, casada con el propietario de un restaurante, en busca del sabor de su tierra, de ese condimento que significa alegría o seducción u olvido. Es elegante, es evocadora. Y con muy pocas palabras me ha abierto los sentidos a los detalles sin importancia. A la amistad, a las sonrisas que saludan todos los días "con el entusiasmo de una arqueóloga que hubiese descubierto la huella del primer beso". A lo que se ignora si no prestas atención, a la poesía que se esconde de los ojos que no saben mirar más allá de lo literal. A la importancia de "respirar siempre profundamente, no sólo lo necesario".

Hablar de este libro es un poco inútil. Es como tratar de explicarle a alguien las características de una llama en la oscuridad. Mejor cogerle del brazo y decirle: ven, entra, lee y disfruta tú mismo de esta luz.