lunes, 24 de octubre de 2016

TODA PASIÓN APAGADA

Una de las magias de la literatura es que nos abre ventanas a otros lugares que no habíamos imaginado antes. Hace unos días disfruté de la lectura de A Virginia le gustaba Vita, de Pilar Bellver, del que escribí una reseña en este blog. El personaje de Virginia Woolf ha sido tan reconocido que ha eclipsado a Vita Sackville-West en su faceta de escritora, que yo desconocía. 

No sé si ha sido coincidencia la publicación en un espacio de dos meses de la novela de Vita Toda pasión apagada, cuando todavía resonaba en mi mente la relación tan interesante que mantuvieron estas dos mujeres en una época, los años 20 del pasado siglo, en la que la moral victoriana mojigata y misógina en Inglaterra hacía tan difícil que ideas liberales y humanistas como las del Grupo de Bloomsbury prosperasen. 

Abrí las primeras páginas de Toda pasión apagada con poca convicción de que me fuera a interesar. Más bien imaginaba un capricho de aristócrata millonaria que Vita quiso permitirse, influida por la intelectual Virginia, a la que admiró y amó toda su vida. Sin embargo, la sorpresa ha sido muy agradable. Es una delicia de historia, con un personaje femenino, Lady Slane, de 88 años, que nos cautiva y nos conduce con inteligencia y sensibilidad por la senda de la vida con una crítica visión de la clase alta social británica. Lady Slane rescata el placer de la libertad cuando se queda viuda y puede disponer de su independencia, aunque llegue tan tarde, porque la felicidad está hecha de esos pequeños detalles: una mirada que cincuenta años atrás había dejado huella, encontrar complicidad y admiración en personajes entrañables como su doncella francesa, el coleccionista millonario y excéntrico que se enamoró de ella cincuenta años atrás en la India, su casero y el maestro de obras. 

Una tarde lluviosa de sábado que las 225 páginas de este relato han convertido en un placer.


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