miércoles, 3 de febrero de 2016

SHAKESPEARE Y LA BALLENA BLANCA

No tengo ni idea de cómo nació este libro, pero me imagino que pudo ser algo así: un escritor joven llamado Jon Bilbao, fascinado con Shakespeare y con Melville, decide meter a los dos autores en el mismo saco como si fuera un prestidigitador itinerante, removerlo todo bien, decir sus palabras mágicas (esas que nadie más que él conoce) y sacar esta fábula asombrosa de la chistera para encandilarnos y dejarnos a todos con la boca abierta.
Lo he pensado despacio, le he buscado un poco las cosquillas a la estructura de la novela, y aún no sé cómo lo ha hecho. ¿Shakespeare soñando con llevar la historia de Moby Dick a las tablas de su teatro? ¿Convertir a una ballena y la obsesión de su perseguidor en protagonistas creíbles de una función? ¿Shakespeare soñando los sueños de Melville? ¿En serio?
Pues sí.

La historia transcurre en 1601 a bordo de un buque de guerra vaciado de sus componentes bélicos para transportar una misión diplomática a Dinamarca. Marineros curtidos, viejos soldados, un puñado de nobles entre los cuales se encuentra Henry Wriothesley, probable inspirador de los sonetos del dramaturgo, si no de otras pasiones más mundanas, y el propio William Shakespeare. En medio del Atlántico, unas nubes densas y de color extraño se ciernen sobre el buque y acercan tanto el cielo y el mar que ambos acaban confundidos en una misma humedad azul verdosa. Este hecho sume en el desconcierto a todos los tripulantes y, como si fuera un heraldo de sucesos extraordinarios, anuncia la llegada de la gran ballena blanca, monstruo fabuloso que el dramaturgo ya no podrá sacarse de la cabeza. Es lo que siempre había ansiado, un protagonista excepcional, un ser portentoso que llegaran a conocer incluso aquellos que nunca hubieran pisado un teatro. Un Aquiles moderno, un Edipo, "un personaje que fuera sinónimo de una actitud. Un personaje de nombre contundente y sonoro, al mismo tiempo un grito y un lamento". 

Moby Dick. 
Shakespeare. 
El sueño de una obra de teatro en la que aparezca una ballena en escena, con la locura logística y conceptual que eso supone.
Una historia poderosa que no se deja representar, como si "poseyera vida propia y anduviera a la búsqueda de un cuerpo en el que encarnarse, pero ninguno se ajustara a sus dimensiones". 
Y una travesía en barco de la que nadie, ni los posibles personajes en la cabeza del autor, conseguirán salir ilesos. 

Jon Bilbao ha escrito un libro originalísmo. Una fiesta de los sentidos y de la imaginación. 


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