martes, 20 de enero de 2015

EL CONDE NEGRO

Alexandre Dumas fue un negro de Haití que a los treinta y un años llegó a comandar legiones del ejército revolucionario de la Francia republicana. Padre del famoso novelista, inspiró buena parte de los sucesos de El Conde de Montecristo y encarnó en su trayectoria el triunfo y la traición a los ideales de igualdad de la Revolución Francesa. Con esta biografía chispeante e ingeniosa, Tom Reiss rinde homenaje a un personaje histórico olvidado y retrata una época turbulenta que cambiaría para siempre la historia de la humanidad.

A mediados del siglo XVIII, las condiciones de los esclavos en las plantaciones de azúcar de las colonias francesas del Caribe se parecían bastante a las de los prisioneros de los campos nazis o de los gulags estalinistas en los años cuarenta del siglo XX. La mano de obra era baratísima y lo que producía se vendía como el oro. 
Sin embargo, treinta años después Francia sería el primer país en la historia en abolir la esclavitud y promover la igualdad racial. Durante doce años, de 1789 a 1801, en teoría los negros tuvieron los mismos derechos que los blancos, optaron a los mismos puestos estatales y se beneficiaron del acceso a una educación similar. Aunque su situación en las coloniales era muy distinta, en Francia hubo diputados negros y generales negros. Y en especial hubo uno llamado Dumas cuyas hazañas militares lo convertirían en una leyenda, en un héroe aclamado independientemente del color de su piel. Llevó al ejército francés a través de los Alpes; pacificó la región de Vendée que se había alzado contra el gobierno republicano y consiguió que se le considerara, tras los desmanes de sus predecesores, un hombre justo por ambas partes; participó en las campañas de Italia de 1797 y acompañó a Napoleón en su aventura egipcia de 1798, donde no dudó en enfrentarse a sus ínfulas de poder y sus reacciones dictatoriales. 

El general Alexandre Dumas

Los ideales de la revolución lo eran todo para él. Significaban todavía más que para otros por el color de su piel y por provenir de donde provenía. Y no toleraba abusos ni desórdenes que pudieran poner en peligro sus principios. Así, al ser acusado por Napoleón de falta de lealtad, no dudó en responderle: "por la gloria y el honor de la patria yo daría la vuelta al mundo, pero si sólo se tratara de un capricho suyo, no daría un solo paso."
Noble e íntegro hasta la muerte, su carácter impulsivo le impidió prever las consecuencias de sus actos. Al volver de Egipto fue hecho prisionero por el Reino de Nápoles, enemigo de Francia, y los dos años de su cautiverio sirvieron de base para el germen de la historia que su hijo escribiría décadas después en El Conde de Montecristo. 

En 1802, enfermo y debilitado, consiguió regresar a Francia, pero no reconoció el país que había dejado cuatro años antes. Napoleón había dado un golpe de estado y había empezado a desmantelar los ideales por los que el general Dumas había luchado y vivido. Un ejército francés cruzó el Atlántico para ocupar Haití y restaurar la esclavitud, se derogaron la mayoría de las leyes igualitarias y el propio general tuvo problemas para evitar que lo deportaran. Napoleón nunca olvidaría el desaire de aquel negro y le negaría la Legión de Honor por sus servicios así como la pensión a su mujer cuando se quedó viuda. 

Murió de cáncer de estómago en 1806 y pasó sus últimos años aislado, olvidado y repudiado por sus antiguos amigos blancos, y sin poder creerse que su país, el país por el que había luchado y que le había llamado héroe, el país de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, hubiera traicionado hasta tal punto sus principios que pretendiera ahora devolverle a su Haití natal cubierto de cadenas. 



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