domingo, 21 de septiembre de 2014

NAUFRAGIOS Y RESCATES

La gente me suele hablar de embarazos, de partos, me pregunta cómo ha ido, qué tal ha salido el niño (o la niña), me dan la enhorabuena con sus palmaditas en la espalda y me felicitan por verme, un año más, en tan buena forma. Ya se sabe: sin estrías, sin ojeras, sin cambios de humor, sin depresión postparto. 
Me hace gracia. Sonrío ante la creatividad de las metáforas. 
Y es que publicar un segundo libro es como tener un segundo hijo, pero sin la responsabilidad de educarlo. Ahí está, solito, defendiéndose como puede o como le dejan, en la jungla interminable de libros publicados. 

Es una alegría, qué duda cabe, un pequeño orgullo y una mínima responsabilidad. Al fin y al cabo, una vez lanzado al mundo, este libro, como cualquiera, tiene que defenderse solo. 
Pero si tuviera que decir algo sobre él, si tuviera que explicar la importancia que tiene para mí, resaltaría tres cosas: es un libro sobre la pérdida, pero me hace feliz pensar que al menos una de las personas retratadas en él permanece en mi mundo de una manera rabiosamente activa; se lo he dedicado explícitamente a mi madre porque sin ella yo no escribiría y porque emocionalmente este libro es casi más suyo que mío; y por último, he aprendido que se puede contar una historia más o menos coherente de principio a fin juntando las piezas de puzles que pertenecen a distintas vidas, porque casi todo lo que sentimos, de una manera u otra, nos lleva en una misma dirección.

Gracias a los que leéis esto, ya sea por hábito o por casualidad, y a los que me mostráis diariamente vuestro apoyo con vuestra curiosidad por lo que hago. Al igual que sin labios no habría besos, sin lectores nadie escribiría. 

Os dejo con el principio del libro (y la explicación del contenido). 


Cuando una historia de amor se acaba, 
generalmente la ruptura la divide 
en un antes y un después.
Enamoramiento, expectativas y crisis por un lado, 
decepción, dolor y duelo por el otro.

Sin embargo, a veces, entre el antes y el después
uno permanece en un tiempo detenido,
un ahora tenso y estupefacto 
que parece prolongarse hasta el infinito.
Es el instante moribundo de la pena
en el que el corazón sigue latiendo
pero las horas no pasan,
la vida se aleja de la realidad,
el tiempo se fracciona en parcelas cada vez más pequeñas
y las noches se llenan de preguntas sin respuesta.
El ahora es un grito en el estómago,
una boca abierta a un miedo atávico y paralizante,
la hora violeta de las tragedias cotidianas
que devastan nuestro cuerpo sin descanso,
como la onda expansiva de una bomba íntima
que una y otra vez no dejara de explotar.

Al final siempre se emerge del ahora, 
es un infinito tramposo 
que abruptamente termina
en la curva más inesperada,
en un fuego que te rescata,
en el reencuentro con una amistad perdida.

Este libro cuenta el antes y el ahora,
los naufragios y los rescates 
de una vida que se resiste
a dejarse llevar por la deriva.

Y cuando por fin llega el después,
se encuentra con una hoja en blanco,
con la sonrisa feliz y anhelante
que florece tras la última palabra.



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