miércoles, 30 de octubre de 2013

LA ESPADA Y LA CIMITARRA


Simon Scarrow es conocido principalmente por sus novelas de romanos. Lleva ya una docena escritas y, a una por año, parece que puede seguir con ellas indefinidamente. Las protagonizan Cato y Macro, dos legionarios romanos que, como Astérix y Obélix, se ven envueltos invariablemente en las peripecias más arriesgadas. Son divertidas, ágiles, tienen mucha acción y testosterona guerrera para aburrir. Y, al igual que las aventuras de los dos irreductibles galos, me las he leído todas con verdadera fruición. Mejor no me meto a opinar sobre ellas, soy demasiado fan.
Su nueva novela es bastante distinta. Tiene la intriga, la fluidez y los detalles militares de su serie de romanos, pero deja de lado el humor facilón y socarrón de los legionarios para subrayar la seriedad de los hechos históricos a través de su protagonista, un antiguo caballero de la Orden de San Juan que vuelve a Malta tras la llamada de auxilio de su Maestre ante el inminente ataque de la flota turca. Más seria, más trabajada y más ambiciosa que lo que conocía antes de Scarrow. Y además, una forma ligera de aprender qué pasó en Malta en 1565 (antes de recibir el libro no tenía ni idea) y cómo el desenlace del cerco desequilibró la balanza de poder en el Mediterráneo.
Por momentos, me parecía ver a un Russell Crowe cualquiera vestido de caballero hospitalario con su cruz en el pecho dirigiendo una carga en las murallas derruidas y luego atormentado por las dudas sobre su honor y su amada perdida y recuperada. Si de este libro no hacen una película tipo Gladiator o Robin Hood es que no ha caído en las manos del productor-director-guionista adecuado.

lunes, 28 de octubre de 2013

EN PROPIA VOZ

Este libro es mucho más que unas memorias. Barbara Hendricks nos regala con él muchas cosas: su música en un CD con piezas tan bellas como el Ave María de Schubert, El cant dels ucells, el espiritual negro Go Tell It on the Mountain y otras de Schumann, Beethoven, Granados, Haendel o Billie Holiday...
Nació en 1948, el mismo año en que se firmó la Declaración Universal de Derechos Humanos, y siempre se ha identificado y comprometido a lo largo de toda su vida con la defensa de estos derechos. Desde su Arkansas natal y dentro de una familia humilde, con la referencia de una madre fuerte y un padre pastor de la Iglesia episcopal metodista, luchó siempre por unos ideales humanistas. Ha sido referente en ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), con quien ha colaborado de forma muy intensa durante 25 años y ahora ha creado la "Fundación Barbara Hendricks para la Paz y la Reconciliación". Su nombre figura en colegios, salas de conciertos y paseos, además de haber recibido premios tan importantes como el Príncipe de Asturias en el año 2000, el de Caballero de la Legión de Honor de Francia e innumerables honoris causa universitarios.
Nos cuenta pormenorizadamente su camino desde los inicios en aquella América profunda, donde hasta 1954 no se declaró ilegal la segregación racial en las escuelas, y hasta 1956 no se permitió a los negros compartir autobuses con los blancos, después del famoso episodio de Rosa Parks, negándose a ceder su asiento a un blanco hasta la época actual, con Barack Obama en la presidencia.

Tuvo la gran suerte de encontrar en la Escuela Juilliard de New York a Jennie Tourel, su gran maestra que durante cuatro años decisivos guió su carrera y determinó que esta fuera el gran éxito que ha sido. Para cuando inició sus estudios de canto en la Juilliard ya tenía la licenciatura en Química y Matemáticas por la Universidad de Nebraska. Ha actuado en las salas más importantes del mundo, acompañada por los mejores directores como Von Karajan, Maazel, Barenboim, Metha, y ha creado su propio sello discográfico: Arte Verum. Nos cuenta los entresijos de las compañías discográficas pero también los episodios políticos tan importantes que ha vivido en primera persona visitando zonas en conflicto como Sarajevo, Sudáfrica, Ruanda, Somalia, Eritrea, Burkina Faso, Birmania y Timor, entre otras muchas, donde siempre ha estado como activista humanitaria.

Un libro de referencia para tenerlo como consulta, de gran interés musical, político y humanitario.

sábado, 26 de octubre de 2013

SARAJEVO

El cerco de Sarajevo duró 1336 días, fue el más largo en la historia de la guerra moderna, y el autor de este librito, Izet Sarajlic, pasó todos y cada uno de esos días sobreviviendo junto a su familia en el infierno de esa ciudad. No debe de ser fácil escribir bajo las bombas, bajo la amenaza constante de la bala de un francotirador al salir a la calle, al cruzar corriendo y agachado cualquier cruce para tratar de conseguir algo en el mercado negro. Pero, como dice el propio autor en un poema, la única cosa más difícil que escribir es precisamente no escribir.
Escribir, obviamente, sobre la muerte, pero también sobre lo que queda, sobre los amigos, sobre la suerte de sobrevivir, la suerte de permanecer contra todo pronóstico y toda esperanza.

Los poemas son, como dice Fernando Valverde en el prólogo, cercanos, amigables, directos, casi narrativos, y al leerlos no deja de sorprenderme la ausencia de odio y rabia hacia los serbios y en especial hacia ese general llamado Radovan Karadkic, ideólogo del cerco de Sarajevo y del genocidio de Srebrenica, que una vez fue su alumno y llegó a considerarlo amigo.
Poemas humanos y generosos, de los que me quedo con el que cierra el libro:


UNA CALLE PARA MI NOMBRE
 
Paseo por la ciudad de nuestra juventud
y busco una calle para mi nombre.
Las calles grandes, ruidosas,
se las dejo a los grandes de la historia.
¿Qué hacía yo mientras se hacía la Historia?
Simplemente te amaba.
Busco una calle pequeña, simple, cotidiana,
a través de la cual, sin llamar la atención de nadie,
podamos pasear incluso después de la muerte.
No es importante que tenga un paisaje hermoso,
tampoco que haya pájaros.
Lo importante es que en ella puedan tener refugio
cualquier hombre o perro en peligro.
Sería hermoso que estuviera empedrada,
pero tampoco esto es imprescindible.
Lo más importante es que
en la calle que lleve mi nombre
no le suceda nunca a nadie una desgracia.


Izet Sarajlic

jueves, 24 de octubre de 2013

MONO SAPIENS

Una preciosa opción para regalarnos ahora a nosotros mismos y guardar para las próximas Navidades a nuestros niños, aprendiendo conceptos subyacentes de una importancia muy actual.
Las ilustraciones de Gianluca Folí son una delicia, el formato de tapa dura muy vistoso, 35 x 25 cms. y la historia de ese mono entrañable, tierno, que sueña con ser más, con evolucionar hacia un universo más rico, que descubre como silbar a imagen de los pájaros, hablar como las personas o tocar un instrumento, nos habla de la creatividad, del placer de las cosas bellas y también de la dificultad que entraña ese proceso de evolución para integrarse en ámbitos más elevados, que nos enriquecen interiormente pero también nos alejan de aquellos seres que estaban antes a nuestro lado y que al no haber evolucionado al mismo tiempo que nosotros crean una distancia de difícil solución.

Como siempre, el gran abismo entre la realidad y el deseo, como decía el poeta Luis Cernuda, pero solo hasta que llega el amor y todo lo transforma con su varita mágica.

Leer este libro a nuestros niños será un doble placer, el que disfrutaremos nosotros y el que les proporcionaremos a ellos, aprendiendo juntos.

viernes, 18 de octubre de 2013

LA INVENCIÓN DEL AMOR

Por fin. Por fin. Llevaba como dos semanas sin encontrar un libro que me convenciera, que es como decir que alguien lleva dos semanas escuchando monólogos de amigos que en el fondo no le interesan. Un horror. Y he leído (o mejor, he empezado a leer, ya que no he terminado ninguno) libros que tenían una pinta estupenda, que además de un monólogo chispeante, prometían palabras e historias que se convertirían en una conversación. Porque leer un libro no puede ser sólo presenciar, repantigado en el fondo del asiento, cómo el autor junta palabras y palabras y más palabras por las que no puedes entrar. Libros con historias selladas con cinta aislante. Eso no quiere decir que no haya libros-monólogos buenos. Los hay estupendos, brillantes, hilarantes, delirantes, pero si no te provocan las ganas de participar, del modo que sea, es que algo falla.

Por ejemplo:
La vida interior de las plantas de interior (Patricio Pron). El título es resultón, hay relatos que probablemente tardaré en olvidar y el estilo es tan original e incisivo que parece perfilado con un cúter. Pero las historias pertenecen a un mundo cuya coherencia no entiendo, me es totalmente ajeno, lo veo y admiro cómo está escrito, soy consciente de su originalidad, pero me deja frío y con un encefalograma emocional plano.
Mi vida querida (Alice Munro). Pensé de verdad que este premio Nóbel me iba a gustar y quizá no haya leído suficientes relatos para poder opinar de verdad, pero después de cada uno de los cuatro relatos que he logrado terminar, me quedo con una vaga sensación de estafa, como diciendo, vale, ¿y? ¿Qué se supone que querías contarme?
La gente como nosotros no tiene miedo (Shani Boianjiu). Éste sí que tenía buena pinta. La autora es israelí, tiene 25 años y cuenta la vida de tres chicas durante su servicio militar obligatorio en Israel. Post-adolescentes desorientadas tratando de encontrar su identidad con un rifle bajo el brazo en medio del conflicto palestino-israelí. Y la verdad que el libro es un portento, rebosa talento literario, desparpajo, humor, osadía, violencia, pero también una rabia demasiado estridente y, creo, una voluntad de provocar al lector llevando al límite la sordidez y el desprecio por la muerte. Es un libro que tiene unas ganas tremendas de darte un puñetazo y que lo admires por ello. Y, sinceramente, no me convence.

Y por fin, he llegado (los buenos siempre llegan) al libro que me rescata, al mejor libro-conversación que ha caído en mis manos desde el verano. La invención del amor.
Un teléfono suena insistentemente a las cinco de la mañana en el ático de Samuel. Y ninguna llamada que insiste una y otra vez a las cinco de la mañana puede traer buenas noticias. Una voz llorosa de hombre le dice que Clara ha muerto, su Clara, la de Samuel. Un accidente de tráfico, una tragedia, tan joven, y qué vas a hacer ahora. Le da la dirección del tanatorio y la hora del entierro, por si decide ir, a pesar del marido y toda la familia. Samuel se queda sin palabras, mirando por la ventana el lento amanecer sobre Madrid, pensando en Clara, en lo que va a hacer. Samuel se queda sin palabras porque Samuel no conoce a ninguna Clara. Pero ya está pensando en dónde comprar las flores, en qué ropa oscura ponerse, en cómo meterse en una historia que no le pertenece y suplantar la identidad del amante secreto de esa Clara con la que ya empieza a soñar y por la que tendrá que inventar un amor que no ha vivido, una historia de amor improvisada y a ciegas para la hermana de Clara que le pregunta curiosa y un poco enfadada quién es él y de dónde sale, y le acompaña a su apartamento para descubrir a su hermana muerta a través de los ojos de otra persona que la ha querido y volver a estar con ella, rescatarla de la muerte de alguna manera con nuevos recuerdos, aunque estos no concuerden, aunque sean inventados o improvisados o teatralizados en un juego cada vez más peligroso.
Esta historia conocida de recibir una llamada equivocada y decidir suplantar la identidad de otra persona, le sirve al autor para tejer una novela fascinante sobre la necesidad de inventar las cosas (el amor, la soledad, las expectativas, las decepciones de la rutina) para que no vayan poco a poco perdiendo su sentido y contaminándonos la vida. Y me encanta la ambigüedad de muchas partes del libro, en las que Samuel ya no sabe dónde termina la realidad y empieza la impostura, cuáles son sus sentimientos o recuerdos verdaderos y cuáles los que ha inventado para el personaje del amante de Clara. En ciertos momentos me ha recordado a Perdida, la novela de Gillian Flynn, por esa inmersión violenta en los entresijos de la vida de pareja, qué es el amor, en qué te convierte el amor del otro, las distancias insalvables, las luchas, las iras, las coreografías tiernas y agresivas de dos personas cuando creen que se quieren, el perpetuo engaño de querer ser la persona que el otro espera que seas, la total incapacidad por saber qué está pensando el otro cuando no puede dormir y se levanta y se pone a mirar por la ventana, cuánto futuro se estará rompiendo en ese mismo momento sin que nadie se dé cuenta.

Este libro-conversación utiliza un lenguaje directo y preciso que me es muy familiar, es un amigo que no para de lanzar frases que aciertan en la diana, que me descolocan, que despiertan la inmediata necesidad de un diálogo. Frases llenas de significados ocultos que, luego, durante el día, voy desdoblando y descubriendo sin darme cuenta. Y misteriosamente, como todos los buenos libros que emocionan, la historia consigue lo que siempre anhelo inconscientemente, me pone una mano en la nuca y me atrae suavemente a su calor, a su gramática del amor fingido y real, reinventado.

jueves, 10 de octubre de 2013

Cita del día: EL JARDÍN DEL HOMBRE CIEGO

"Trasladan a Mikal a una sala cuyas paredes, techo y suelo están pintados de negro, y le encadenan los brazos estirados en alto a un aro que tiene sobre la cabeza. Cuando los policías militares se van, apagan la luz y la sala se convierte en un perfecto espacio vacío. Es como la oscuridad umbría de la tumba después de la muerte. No está muy seguro de cuándo fue la última vez que vio una estrella o la luz roja del amanecer vibrante como el latido de una criatura viva, pero ahora el tiempo deja de existir por completo mientras se mantiene en pie o se derrumba en un vacío inconmensurable... ¿durante medio día, dos, una semana? Está convencido de que ha habido hombres que han muerto en esa sala, y ve sus fantasmas.
En algún momento se enciende la luz y entra un hombre blanco al que Mikal nunca había visto. Según el Corán el infierno tiene diecinueve guardianes. El hombre se sitúa ante él y de pronto se echa a reír. Y no para. La mirada sin alma se clava en Mikal y se ríe a carcajadas de él por haber hecho sus necesidades en el suelo, por ser despreciable, porque el amor que siente por Naheed es un desastre, por no ser capaz de ayudar a Jeo, por Pakistán y su pobreza, una risa preñada de desprecio hacia él y su nación, en la que los grifos no tienen agua, y las tiendas no tienen azúcar ni arroz ni harina, los enfermos no tienen medicamentos y los coches no tienen gasolina, ese país asqueroso y repugnante en el que parece que todo el mundo quiere matar al prójimo, una tierra de ataques vengativos en la que el carnicero le vende carne podrida al lechero, que vende leche cuyo volumen se ha aumentado con unos productos químicos blancos letales, y ambos venden su carne y su leche al médico, que receta mediamentos innecesarios para cobrar las primas de las compañías farmacéuticas, y el laboratorio donde se fabrican los medicamentos vierte los residuos tóxicos en el sistema de suministro de agua, en ríos y arroyos, lo que mata, deforma, ciega y lacera a los hijos e hijas del policía que muere en un accidente de tráfico mientras acepta un soborno, un accidente provocado por un camión declarado apto para circular por el inspector de transporte después de recibir un soborno, un país lleno de gente cuya absoluta devoción a su fe religiosa es poco más que una lealtad inquebrantable a la infelicidad y la maldad, y el hombre blanco sigue riendo con ojos recriminatorios e inyectados en odio e hilaridad y regocijo por este ciudadano de un país miserable y sin vergüenza lleno de mentirosos, hipócritas, maltratadores de mujeres y niños y animales, cretinos y estúpidos embusteros que querían la independencia de los británicos y un país propio, pero que ahora se mueren de ganas de salir de él, emigrar, emigrar, emigrar a Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Australia, Singapur, Indonesia, Tailandia, China, Noruega, Alemania, Chile, Italia, España, Francia, cualquiera, cualquiera, cualquiera, cualquier país que no sea Pakistán, se mueren de ganas de largarse de allí después de haber reducido su país a un erial, su propio califato de escombros.
Como un dios malévolo, el hombre derrama su risa sobre Mikal, se pone rojo mientras ríe, se le acumula el sudor en la frente, y aunque obliga a Mikal a revivir cada infamia, indignación, humillación, deshonra, derrota e ignominia que ha padecido en carne propia en veinte años, Mikal empieza a susurrarle:
- ¿Y tú? ¿Y tú? ¿Y tú? ¿Y tú...? - Se retuerce atado a la cadena y empieza a gritar -. ¿Y tú qué papel jugaste en ello?
Desearía saber cómo se dice en inglés. "Si estoy de acuerdo contigo en que lo que dices es cierto, ¿estarías de acuerdo conmigo en que tu país desempeñó un papel muy importante, por pequeño que fuera, en la destrucción del mío?" Se pregunta si el hombre es real, a pesar del hecho de que su risa siga inundando la habitación y ruge como una ola gigante a medida que rodea su cabeza. Recuerda que después de que interrogaran a un prisionero durante veinticuatro horas seguidas lo devolvieron a la celda y el hombre sufría alucinaciones, veía gente y cosas que no estaban allí.
Entonces, de pronto, la luz se apaga y se desvanece la risa, y lo único que oye es su propia respiración. El dolor de los brazos es tan intenso que le grita con una voz real, utilizando palabras humanas."

El jardín del hombre ciego. (Nadeem Aslam).

lunes, 7 de octubre de 2013

TE QUIERO UN MONTÓN


Un precioso libro que ofrece mucho más y es más inesperado de lo que el título promete. El fondo, efectivamente, es el sentimiento del amor en el corazón de un niño que envía por correo una carta y ésta se convierte en el personaje fundamental, viajando alrededor del mundo en las circunstancias más insospechadas y llegando por fin a su destino, al final de las vidas de sus protagonistas.
Un cuento ideal para contar a los pequeños y para que empiecen a leerlo en cuanto se inicien en la lectura, con cinco, seis, siete años. Disfrutarán de unas ilustraciones muy creativas y una historia llena de aventuras con mucho amor, recreadas por Alain Serres y Olivier Tallec.

viernes, 4 de octubre de 2013

SWINGING CHRISTMAS Y NUESTRA SEÑORA DE PARÍS (Benjamin Lacombe)


Esta semana han salido dos novedades del ilustrador Benjamin Lacombe. La segunda parte de NUESTRA SEÑORA DE PARÍS, de Víctor Hugo (obra completa) y un álbum infantil con forma de vinilo llamado SWINGING CHRISTMAS, un homenaje al jazz y a las historias de Navidad. Con perdón del gran Hugo, la ilustración, más que el texto, es el verdadero valor de estos libros, así que para qué contar de qué van. Os dejo las imágenes, que son lo que importan.