lunes, 2 de septiembre de 2013

NORTE

Llevaba un tiempo queriendo leer esta novela e inconscientemente la he estado postergando. Otras lecturas se han colado sin pedir permiso en mi fila siempre inabarcable de libros por leer, lecturas más fáciles, más familiares, más inmediatamente comprensibles. Después de leer varias críticas muy buenas y a pesar de que mi instinto no paraba de tirarme de la manga hacia sus páginas, le tenía un poco de miedo a esta novela. Miedo por la dureza del tema y miedo por no ser capaz de entrar en su juego, en un mundo tan aparentemente ajeno al mío. Escritor boliviano, americanismos, coloquialismos, personajes dementes. Miedos todos, afortunadamente, infundados.
Norte es una novela magnífica.
Norte es EEUU, ese país hostil que encierra todas las trampas y todas las promesas.
Norte es la condena del exilio, un lugar transitorio del que nadie vuelve.
Norte es donde la cordura se pierde y la identidad se desdibuja.
El libro cuenta tres historias. La de una estudiante de doctorado de literatura latinoamericana que mantiene una relación agotadora y destructiva con un profesor desequilibrado que la necesita pero no la quiere. La de un inmigrante mexicano en California internado en un hospital psiquiátrico donde desarrollará, pese a su esquizofrenia (o gracias a ella), una obra pictórica que se hará famosa años después. Y la de un asesino en serie que se cree el enviado de una fuerza superior y cruza la frontera entre México y EEUU para elegir a sus víctimas en las mansiones indefensas que jalonan las vías del tren del sur del país. Tres historias que corren paralelas sin apenas llegar a tocarse, y cuyos personajes tienen en común un difuso sentimiento de furia hacia la realidad que les rodea, la creación artística como forma de supervivencia y un deambular sin rumbo por la frontera entre la demencia y la cordura. Son personajes intranquilos, angustiados, nerviosos, que viven unas vidas inasibles que no les pertenecen en un mundo hostil (EEUU) al que no pueden pertenecer.

Norte es un libro sobre la incomunicación, la imposibilidad de llegar de verdad a los demás, y el aislamiento que esa barrera invisible provoca. Toca muchos temas, es como un laberinto lleno de entradas por donde meterse pero con las salidas bastante escondidas. Hay una reflexión que me ha llamado la atención sobre la crítica literaria como aprendizaje. Michelle, la estudiante, se pregunta cómo se puede mantener una genuina pasión por los libros si se pasa uno la vida diseccionándolos como si fueran cadáveres. No entiende la forma clínica de acercarse a los libros de sus compañeros y profesores del doctorado. Y eso es algo que comparto. De hecho, con Norte me ha pasado. Llevo ya un rato exponiendo aquí las razones de mi entusiasmo por este libro, intentando hacer una crítica, argumentar por qué me ha gustado tanto, cuando lo cierto es que no tengo ni idea. En el fondo me ha gustado sin saber por qué. Sin razones. A pesar de todo lo que pueda decir de él, la razón última de mi entusiasmo es una incógnita para mí mismo. Y prefiero dejarla así. Son pocos los libros que me gustan irracionalmente. Y son los mejores.

1 comentario:

  1. Coincido completamente contigo, me cuesta mucho aplicar la racionalidad al intentar diseccionar un libro, además pierdo en buena medida el placer que me ha proporcionado, es mucho más gratificante sentirlo que pensarlo.

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