miércoles, 24 de julio de 2013

SI DECIDO QUEDARME y LO QUE FUE DE ELLA

Estos dos libros me han recordado muchas cosas buenas, entre ellas las tres maravillosas películas que han protagonizado Julie Delpy y Ethan Hawke a lo largo de los últimos dieciocho años (Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes de medianoche). Tienen en común con las películas que ambos transcurren en apenas veinticuatro horas, que esas pocas horas cambiarán para siempre la vida de los dos protagonistas y que, aunque los libros son más descriptivos y explican los antecedentes con flashbacks continuos, ambos contienen diálogos verdaderamente memorables, frases y escenas enteras para apuntárselas y verlas y leerlas una y otra vez.
Mia es una chica de diecisiete años, con un talento fuera de lo común para tocar el cello y vivir la música al límite. Adam, su novio, toca en un grupo de rock y comparte ese entusiasmo, esa forma de ver la vida a través de la música, sea del género que sea.
En Si decido quedarme, Mia tiene un accidente que da un vuelco irreversible a su vida, hasta el punto de llegar a dudar si dejarse ir o quedarse, si después de lo ocurrido todavía quedan cosas que merezcan el dolor y el esfuerzo de permanecer. En Lo que fue de ella, Adam se ha convertido en un precoz músico de éxito pero su pasado con Mia le persigue a todas horas, en las letras de sus canciones y en todo lo que pudo o debió haber sido, hasta que una noche, en unas pocas horas, tendrá la oportunidad de decidir si quiere intentar reescribir su futuro.
Como decía, estos dos libros me han recordado muchas cosas buenas, películas, otros libros, historias escuchadas y vividas... Tienen un poder evocador considerable, están bien escritos, bien dirigidos a cualquiera que tenga menos de veinte años o no le importe volver a tenerlos leyéndolos (¡para todos!), quizá a veces traicioneramente emotivos pero en realidad esa es su debilidad y su atracción, como ese momento detenido en que los dos se sientan en un banco a las siete de la mañana para ver amanecer, con dos cafés hirviendo contemplando sin prisa los perfiles cambiantes de Manhattan, hablando despacio, buscando las palabras que los salven, ordenando todo el dolor del pasado para calmarlo y poder compartirlo y renacer de nuevo en otra historia más esperanzadora.

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