jueves, 31 de enero de 2013

ROMEO Y JULIETA

Decía Italo Calvino que "los clásicos son esos libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad". Todo el mundo sabe de qué trata Romeo y Julieta: el amor. El amor correspondido pero tan lleno de obstáculos que se convierte en una idea fija, la única razón de vivir. Y si el amor no se deja cortejar, entonces sólo la muerte "podrá convertirse en su lecho nupcial". Pero esta historia es mucho más que amor y muerte, está llena de diálogos chispeantes, de alusiones subidas de tono verdaderamente divertidas (¡y escandalosas!), de malentendidos, de odio irracional y de falso honor, y sobre todo de ciertos versos que uno lee y se los guarda como un pequeño tesoro que cuidar, una pequeña maravilla poética en la que reconocerse siempre, en cualquier momento de la vida.
Releer un clásico como éste es como regresar a un lugar que nos produjo una fuerte impresión y descubrir que más allá del recuerdo hay un sinfín de detalles que aún siguen vírgenes, a la espera de ser descubiertos. Y recomiendo Romeo y Julieta con una sensación curiosa, casi como si recomendara la Biblia o cualquier otro libro de culto, aunque en este caso sería el libro sagrado de los amantes desesperados, de una religión que hasta los más ateos profesan.

sábado, 26 de enero de 2013

ENCENDER LA NOCHE

Había una vez un niño al que no le gustaba la noche. Le gustaban las linternas y las lámparas y las farolas y las velas y los relámpagos y todo lo que brillara y en su habitación la luz no se apagaba nunca. Un día, una niña llamó a su puerta, una niña de pelo negro, ojos negros, vestido negros y zapatos negros.  -Me llamo Oscuridad-, dijo. "Y su cara era tan blanca como la luna y sus ojos brillaban como estrellas blancas". La niña vio que el niño estaba muy solo y triste en medio de todas sus luces y decidió presentarle a la Noche. Le enseñó que al pulsar el interruptor no sólo apagaba la luz sino que podía encender la noche. Y al encender la noche, encendía los grillos y las ranas y las estrellas brillantes, las estrellas de verdad. Y el niño no se lo podía creer, ya no tenía miedo de la Noche porque podía encenderla y en cualquier noche de verano se le puede ver corriendo por la oscuridad, jugando con los niños felices... Riendo.

miércoles, 16 de enero de 2013

LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD

¡Ha ocurrido, ha ocurrido! Supongo que era inevitable, a ciertas alturas y ciertas edades... Un libro finito que no cuenta ninguna historia ni inventada ni verdadera y que contiene la palabra "felicidad" en casi todas sus páginas se ha mantenido contra todo pronóstico durante días y días y días encima de mi mesilla, bien a la vista y con varios marcapáginas señalando sus pequeños acontecimientos y ha visto, mirando como por encima del hombro, como libro tras libro iban llegando y desapareciendo de mis lecturas, buenos y malos, disfrutados y abandonados, mientras que él, irreductible, se mantenía y era visitado con una frecuencia desconocida, día sí día también, para mi más absoluto asombro.
Y es que me he pasado toda mi vida adulta haciendo campaña contra cualquier libro que intente vender felicidad, como si fueran recetas médica al por mayor que encima imponen la más estricta posología. Y ahora acabo de descubrir otra forma de proponer (que no vender) felicidad que me ha debido de pillar con las defensas bajas y me ha seducido de la manera más traicionera con su abierta franqueza, simplicidad, inteligencia, humor y entusiasmo.
Un librito pequeño que encierra pequeños tesoros cotidianos y que es capaz de conquistar muchas cosas buenas para quien se deje seducir por él.

martes, 15 de enero de 2013

EL TREN DE LA ÚLTIMA NOCHE

Hace muchos años una amiga a quien recomendaba libros de forma habitual en la librería, me regaló por Navidad el primer libro que leí de Dacia Maraini, era "La larga vida de Marianna Ucría". Nunca se me olvidó esa literatura exquisita que recreaba la aristocracia del siglo XVIII. Ahora me he sumergido literalmente en su último libro publicado en español, EL TREN DE LA ÚLTIMA NOCHE, otro regalo que ha coincidido también con las Navidades. Apenas deben quedar supervivientes de los campos de concentración que además sepan contar de forma tan admirable esa terrible experiencia. Dacia pasó tres años, de los siete a los diez en un campo japonés!!! y todavía recuerda las penurias y el hambre.
Este libro sitúa en 1956, plena guerra fría, el viaje de Amara, una joven periodista italiana buscando el rastro de su amor adolescente judío desaparecido en Auschwitz, y en ese peregrinaje le toca vivir la revolución húngara en Budapest, aplastada por el gobierno soviético, un viaje a través del mal que tanto marcó el siglo XX. Construye un personaje inocente, Emanuele, que de pronto se encuentra con la maldad llevada al infinito.

El perfil de una alemana, dueña de la pensión donde se hospeda Amara en Viena, sobrecoge al contar como se dejó embaucar por el nazismo. Testimonios fundamentales para que sirvan de antídoto sobre esa paradoja de que la gente acabe venerando a dictadores que abocan a sus países a la ruina moral y material. Dacia Maraini sabe que sus palabras se alzan sobre un infinito sufrimiento humano y es consciente de ello en todo momento, pero no instrumentaliza ese dolor. Nos lleva de la mano de Amara con una ternura exquisita para acabar en un final inesperado que nos deja sin aliento.

domingo, 6 de enero de 2013

MR GWYN

Mr. Gwyn es un escritor que un día decide parar de escribir. No porque se le hayan agotado las ideas, ni porque considere que ya lo ha escrito todo. Simplemente se encuentra en "esa situación tan común pero no por ello menos dolorosa en la que lo único que de verdad le hace sentirse vivo es justamente aquello que, lentamente, está destinado a matarlo".
Y después de un largo peregrinaje hacia ese falso paraíso de la vida ociosa, encuentra una forma de sobrevivir a su literatura que deja a todo el mundo perplejo: anuncia que va a escribir retratos. No a dibujarlos ni a pintarlos, sino a escribirlos. Y aquí es donde Baricco recita las palabras mágicas, nos envuelve en su hechizo y caemos rendidos ante esa extraña mezcla de excentricidad, delicadeza y sabiduría.
Porque Mr Gwyn no es un escritor de retratos cualquiera. Mr Gwyn mira a su modelo durante días y días sin hablar desde una distancia que parece infinita y consigue que ese silencio, esa nada, despoje el cuerpo de todas sus defensas. Mr Gwyn es capaz de ver más allá de un gesto, de una risa o de un cuerpo desnudo. Mr Gwyn es capaz de descubrir no ya el personaje que todos llevamos dentro, sino toda la historia que rodea al personaje para, de alguna forma imprecisa y misteriosa, salvarlo de sí mismo y mostrarle el camino que lo lleve de vuelta a casa.
Lo maravilloso de este libro es esa magia especial, esa magia enigmática y conmovedora que se queda flotando en el aire después de cerrar la última página y que, para nuestro asombro, con el paso de los días sigue sin desvanecerse.